Güenusai 

 No ha muerto el indio 
Se ha tendido a dormir
un largo sueño

Germán Choquevilca

Corre la década 1869-1879. Se dirimen las cuestiones de soberanía, territorialidad indígena e identidad nacional. Los caciques principales ranqueles de la frontera sur mantienen comunicación epistolar con los frailes franciscanos de Río Cuarto. Poseedores de una lengua ágrafa, solicitan a través de sus lenguaraces, escribientes y secretarios, que se cumplan las cláusulas del último tratado de Paz y sus ratificaciones. Mientras tanto, la diplomacia política se sale de control, la rapacidad por la tierra activa la maquinaria atroz de la irónicamente llamada Conquista del Desierto. Las cartas militares de la campaña van dando cuenta de la salvaje cacería humana. Con el ocaso de los ranqueles y el asesinato de Baigorrita, el único de sus últimos caciques que se resistió al sometimiento, queda sellado el pacto de silencio nacional. Ningún habitante debe quedar fuera del proyecto europeizante de país de la generación del 80, logrado a fuerza de sangre, sometimiento, negación y silencio. La suerte final del cacique mestizo, omitido por la historia oficial, devenido aquí en ídolo rock, sintetiza la bastarda identidad mestiza argentina. Sentenciada la nación a negar su identidad será condenada a su búsqueda perpetua.


Fotos hechas en los viajes realizados durante los años 2014, 2015 y 2016 a Leuvucó, La Pampa, sitio de asentamiento central de las antiguas tolderías ranqueles, y al Pueblo ranquel en la provincia de San Luis, Argentina. Conforman en su conjunto, las proyecciones escénicas para la representación de la obra teatral Güenusai (2020), con apoyo de la Beca del Fondo Nacional de las Artes, Argentina.

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